“No perturbe a los pasajeros con su música”

Tengo derecho a no escuchar tu música, te relaja a ti pero a mi no me permite leer, deberías utilizar audífonos y no obligarnos a relajar a todos los pasajeros con tu reguetón, si no tienes audífonos apaga el celular. ¡Señoras y señores pasajeros, a cuántos más les molesta la música del joven!, lo ves no soy la única, debe importarte el importunar la paz del otro. “Sí que apague ese aparato”, “bullicioso, irrespetuoso, apágalo”, “respete señor y apague su música” “no queremos escuchar tú bulla”.

No soy la protagonista de esta historia, pero me hubiese gustado serlo, en esta escena no fui más que un extra que con voz calmada dijo: “respete señor y apague su música”. Pero internamente estaba encendida, quería abrazar a la joven que protestó a favor de nuestros oídos, quería aplaudirla, formar una multitud para alzarla en hombros y pasearla por los corredores del Ecovia. ¡Gracias, gracias pequeña joven vestida con mallas negras! Sartre necesita ser leído en silencio, tú lectura debía ser respetada, después de tu heroico reclamo puedo leer a Sartre sin perturbación.

Es intolerable tener que escuchar la música, sin importar el género, de quien cree tener el derecho de imponer su música en el transporte público. Lo hacen sin vergüenza, sólo lo encienden, ponen el volumen al máximo y cantan a viva voz. Gracias a ello deberemos aumentar un aviso en los buses: “prohibido fumar”, “no hable con el conductor”, “no arrogue basura por la venta”, “utilice audífonos si quiere escuchar música de un aparato electrónico”, “no perturbe a los pasajeros con su música”.

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