al final

durante el viaje quise encontrar una respuesta, camine despacio, reteniendo el momento de tomar el bus, nada cambio, la respuesta anque está ahí aún no la encuentró

Su primera vez

El pico y plata ha obligado a quienes no dejan su carro ni para ir a la tienda a usar el bus.

¿Puede resultar traumática esa primera vez en el transporte público? Pues mis cincuenta minutos junto a mi prima, su cartera, botas y ojos de pánico al preguntarme a gritos “me bajo por la puerta de atrás o de la adelante” responden mi pregunta, definitivamente puede resultar un atentado contra su calma aunque a mi y a muchos otros pasajeros nos provoque un leve ataque de risa.

“Me imagine que las dos sentaditas en el bus podríamos ir conversando” su deseo desapareció al subir a un bus repleto donde la mayoría de pasajeros conocían las mañas de viajar en el transporte público y empujaban por acomodarse en un pequeño espacio mientras ella rogaba por el momento de bajar.

Su segundo recorrido por la ciudad lo hizo acompañada y en un bus vacío, pero antes de subir a él tuvo que esperar por treinta minutos “¿Por qué no viene el bus?”, “no se” le respondí, “ pero si tú eres una experta en buses”, (sonaba realmente preocupada y más al percatarse que el esperado bus estaba parado desde hace varios minutos dos cuadras lejos de nosotras) “lo siento Vero, en realidad hay cosas que el pasajero rutinario de bus no sabe, así que no se”.

Pagar el pasaje se convirtió para ella en una completa travesía, desde mi puesto mire como luchaba con los bolsillos de su cartera para poder encontrar las monedas mientras se movía de un lado a otro y enrollaba su brazo en el tubo del bus, cuando por fin los cincuenta centavos estuvieron en su mano un caballero de pelo largo, vestido de negro, algunas argollas en sus oídos y una extraño olor se acercó, pobre creo que en ese momento sí estaba aterrada.

Al llegar a su casa indignada por esa medida de tránsito que la obligaba a dejar su automóvil estacionado, le dijo su hija de catorce años que había tomado un bus, “!Qué un bus!”, gritó la niña asustada inclinando las cejas y compadeciéndose de su madre.
¿En serio es tan malo tomar ¡un bus!?, pues parece que para quienes lo hacen por primera vez sí lo es.

Se debería hacer una campaña educativa que oriente a los nuevos pasajeros y los prevenga de lo que encontraran en el transporte público, de no ser así imagino a mi primita y a muchos otros encerrados en sus casas temblando y repitiendo “no quiero ir en bus, no quiero ir en bus, no quiero ir en bus”

Fotografía: Carlos Pozo
En un viaje uno encuentra lo que no busca...

El bus no llega


Las niñas su abuela y su madre esperan el bus, cuando llegaron a la improvisada parada se preguntaron ¿y va a llegar?, la esperanza murió después de algunas horas bajo el sol paradas en una desolada carretera.

Cuando pidieron que nos convirtamos en su medio de transporte aceptamos complacidos y admirados de que en ese lugar, donde minutos después miramos búfalos caminando cerca del auto, alguien esperara un bus.

La mejor forma de entender que existe detrás de esos lugares por los que uno va de paso es conversar con la gente que nos mira con curiosidad mientras mirando por la ventana nos alejamos del sitio.

La señora estaba angustiada “No hay buses señorita, y caminando no podemos llegar”, la niña más pequeña recostó su cabeza en el filo del balde de la camioneta, me sonreía con timidez y nos agradecía en silencio por haber terminado con su espera.

Cuando su viaje concluyó la anciana quiso entregarnos algunas monedas para pagar por su recorrido, cuando tomé su mano diciéndole que no era necesario envidie la oportunidad que ella tenía de caminar en medio de los árboles junto a su hija y sus nietas.

Afuera llueve

Fotografía: Carlos Pozo

Los pasajeros han huido de la lluvia pero dentro todo está mojado, el impermeable blanco de un extranjero que inclina su cabeza para no golpearse moja las caras de quienes pasan por su lado, el paraguas chorrea gotas en el piso pero a nadie le importa porque todos están mojados.

Dentro del bus tal vez uno se siente más mojado que afuera pero sin frío, le estorba la humedad de los cuerpos encerrados en ese espacio de pocos metros que los transporta.

Miro la cara de un jovencito que arrima toda su mejilla al vidrio, tiene los ojos sonrientes, no creo que disfrute sentir la maleta de una estudiante clavada en su espalda, pero tal vez le alegra mirar la lluvia desde adentro.

A una señora le ha dado por secar su cabello con un pañuelo azul y a una niñita por interrumpir el silencio con que viajan los mojados con alaridos y llanto. Su mamá a entendido que los pasajeros no soportaran mucho aquel ruido y ha decidido bajar del bus. Otra vez la imagen de desconocidos mojados intentando no empujarse demasiado para no chocar con la humedad de otros cuerpo vuelve a estar en silencio.

Es una imagen gris que descubre la tristeza que esconde el mundo y que no deja de ocultarse cuando afuera llueve y adentro todos están mojados.