El CiRcO


Muchas veces el bus nos permite admirar un espectáculo artístico gratis. El jueves 18 de junio mi corto traslado del aeropuerto a la av. Río Coca en la línea de bus Camal Aeropuerto fue deleitado por la voz de una joven artista quien llevaba en sus brazos a un pequeño niño y al ritmo de las maracas anunciaba la corta presentación de un Circo.

Hace mucho que no voy un circo, me canse de mirar animales delgados y notablemente tristes, un presentador que hace de malabarista, después de domador de leones y hasta de payaso, los circos que últimamente se instalan en nuestro país y que son económicamente accesibles realmente causa más tristeza que alegría mirarlos.

Pero los cortos minutos que duró el circo de nuestra joven artista, su hijo, y un acompañante llenó de música, bromas e infantiles canciones a este espacio público móvil.

La presentadora y cantante del circo recorrió los asientos aceptando todo tipo de colaboración: “Elefantes rosados, cheques sin fondo, pulpos voladores.”

Estos artistas no necesitaron de llamativos vestuarios, un elegante escenario y luces de teatro para deleitar a su público, sólo el permiso del chofer para poder subir.

“Muchas gracias señor conductor muy gentil”

Tres horas y veinte y cuatro minutos de Quito a Ambato

Decidirse a viajar en bus fuera de la ciudad no es una decisión fácil, sobre todo para mí que conozco el maltrato directo e indirecto que recibimos los pasajeros que nos trasladamos a Ambato en el objeto de estudio de este blog: El Transporte Público. A pesar de ello una vez más como todas las semanas decido tomar un bus en el Terminal de Quito, desde ahí ya empieza la odisea, no una muy grave cuando se conoce el camino de ese laberinto, bajar gradas, caminar recto, rápido sin detenerse, cuidado los baños no son seguros, la maleta es mejor llevarla adelante, bajar gradas, virar a la izquierda, rápido la primera salida, pagar veinte centavos (pausa, primera interrogante: ¿se invierten esos centavos en el mantenimiento y la seguridad de este terminal?), continuemos, camino hacia la parada 19, me subo al bus, bien, primer tramo superado.

Son las 12:14, a las 14:14 estaré en Ambato siendo optimista… El bus sale casi vacío, los vallenatos son interrumpidos por el inicio de una de las películas de Jan Clon Ban Dan que se proyecta en la pequeña pantalla del bus, reclino mi asiento con la esperanza de poder dormir “recorran las cortinas, señor agachece no sea malito” son las palabras del controlador. Perdón por la ingenuidad pero no puedo dejar de preguntarme ¿qué pasa? E intento acercarme a la ventana, “reinita no se asome a la ventana pues, no ve que vamos a pasar por el Trébol (ahora es prohibido que los buses interprovinciales circulen por este lugar) y hay chapas”. Cerré la cortina y me convertí en cómplice del conductor y su controlador.

Después de más de media hora me percató que el bus recorre las calles del sur de Quito, ¿por qué?, claro a recoger más pasajeros, pero no, en realidad lo que recoge son vendedores que por breves 12 minutos se pasean por el estrecho corredor del bus ofertando sus productos. Al fin el bus arranca y un fuerte olor a comida viene de uno de los asientos, apresurados los pasajeros abren las ventanas, no es suficiente y una considerada señora expande desodorante ambiental.

Ya llevo tres horas y siete minutos en el bus, estoy cerca del Parque Industrial y el decidió conductor, decidió a seguir violando las leyes, ingresa a una gasolinera, quejas recibidas por parte de pasajeros: NINGUNA.

El relato presentado es una pequeña historia real sobre lo que ocurre en el Transporte Público Interprovincial, los siguientes relatos estarán documentados por videos y fotografías de aquellas pequeñas pero molestan peripecias de las que somos victimas los pasajeros.

Historias desde el Transporte Público

El bus, transporte más usado, más odiado, transporte más monótono, más desordenado, transporte sí, pero no un transporte simple, más bien un transporte complicado, un transporte híbrido.

Un promedio de 5 000 personas distintas suben y bajan de un bus, y convierten a este medio de transporte público en un híbrido. Mientras observan por la ventana muchos se entretienen con un parte audiófonos, otros se atormentan con distintos pensamientos, muy pocos duermen, la mayoría se deja llevar por el movimiento cortado del bus, ese movimiento difícil de explicar con palabras pero que por ningún motivo es así

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Más bien es así

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La gran minoría se queja, otros soportan el repentino frenon recibiendo un golpe en su espalda una y otra vez. Yo me pregunto si existirá un curso de manejo específico para conductores de transporte público que recorren las calles de Quito, pues todos estos chóferes poseen un estilo similar.

Muchas son las historias que suben y bajan de este popular transporte, muchas las anécdotas, muchísimas las quejas no dichas… después de pasar un promedio de 8 a 10 horas a la semana dejándome llevar por el vaivén de un bus he decidió escribir sobre aquellas extrañas, típicas, absurdas, insoportables, inolvidables, buenas y malas historias desde el transporte público.