No ir en bus puede ser más peligroso




Una noche de miércoles (como lo dicen al inicio de muchas películas navideñas) en víspera de navidad decidimos tomar el carro y dejarnos llevar por la carretera hasta nuestra ciudad. No me atrae manejar y para ser sincera tampoco he aprendido hacerlo así que fui una vez más una pésima copiloto para mi amiga quien con serenidad manejó durante dos horas y media de Quito a Ambato.

El viaje en carro es diferente, escuchas música, conversas y disfrutas del oscuro paisaje, una que otra vez criticas la imprudencia del vecino de carretera y enderezas a ratos el cuello mientras te reclinas en un cómodo asiento.
Note que mi amiga sentía un poco de nerviosismo cada vez que un bus intentaba rebasarla, como frecuente usuaria del transporte público interprovincial entendía que era lógico, con frecuencia estas inmensas bestias (así se ven en la noche si son comparadas con los pequeños automóviles) se apegan tanto al carro vecino que poco y falta para producir un choque.

Después de hora y media de viaje una hilera de carros nos detuvo, el choque de un camión y un bus de la flota Imbabura eran los causantes de la espera, la escena era triste, tal vez no nos conmovió lo suficiente por ser lo común de las carreteras.

El sonido dela ambulancia aún nos acompañaba cuando un bus -extraño pero cierto- de la misma cooperativa nos rebasó. Durante diez minutos estuvo frente a nosotros y miramos con poco asombro pero llenas de indignación como curvaba, como se pasaba con normalidad al carril contrario y como rebasaba a los pequeños autos...se perdió en la oscuridad del camino esperemos que únicamente se haya perdido de nuestra vista y que no sea la causa de la perdida de otra vida.