El Ecovia a oscuras

Entrar a la estación del Ecovia me causó como nunca total desconfianza, la oscuridad no me permitía ver a las cinco o seis personas que esperaban y que se habían acostumbrado ya a ver entre sombras. Fue como entrar al teatro Ambato cuando proyectaban películas pero sin el muchacho que enfoca los asientos con una linterna. Me ayude con la la luz del celular y me arrime al vidrio resignada a la oscuridad.

Sentí un leve movimiento ajeno a mi cuerpo justo en mis pies, era un joven, bueno creo que era joven no podía verlo claramente, que se había sentado a esperar. Después de unos minutos todos concentramos nuestros ojos en la entrada de una señora gorda que se ayudaba con las manos para no tropezar.

Las luces de los carros que pasaban por las 6 de Diciembre nos obligaba a todos a recorrer la estrecha estación para mirar los rostros de quienes eramos cómplices de ese momento a oscuras.

“Lo más difícil fue introducir la moneda” dijo una señorita con uniforme de banco, unos tres se rieron del comentario y creo que los demás sonreímos. Derepente el guardián de la estación encendió una linterna y enfocó la cara de cada uno de los que esperábamos, la señora gorda renegó asustada “Qué le pasa”, “Es por seguridad señora”, por seguridad me sentí por unos momentos como una delincuente capturada por al justicia. “Señor guardia por seguridad encienda una vela”.

El mejor lugar para recordar


Indefinidos son los pensamientos que nos acompañan mientras viajamos en bus. En mi corto recorrido en la Ecovia de mi casa al trabajo decidí preguntarle a mi compañero de asiento “señor en qué piensa”, me miró sorprendido, luego sonrió y me dijo “no se”, miró a la ventana y me lo confesó “no se exactamente en qué pienso, mi hija mañana viaja a Colombia a un curso y eso me preocupa, además mi ex esposa me ha pedido que hablemos hoy en la tarde y eso me preocupa aún más, también pensaba en mis zapatos, me aprietan un poco”.

Mi corta pregunta “señor en qué piensa” desató un monologo protagonizado por mi amable compañero de Ecovia, me contó de su ex esposa, de su divorcio, de sus tres hijos, habló de su ex esposa otra vez, de su blusa blanca que quemó mientras discutían por última vez. Yo me baje en la parada de La Paz él llegaría hasta la Casa de Cultura y seguiría pensando en su esposa.

Cuántos pensamientos serán parte del bus, cuántos buses habrán sido el escenario de decisiones importantes. En ese tiempo que nos dejamos llevar por un rectángulo de metal con ruedas pensamos, pensamos y pensamos, pero existen unos pensamientos que creo son más recurrentes, los del recuerdo.

El bus es el mejor lugar para recordar.

La Espera