Sólo le faltaba el zamarro y el cabresto







Fotografía: Carlos Pozo


Hoy tuve un flashback de un domingo como cualquier otro. 
Mi papá nos levantó a las 4 de la mañana, entre sueños nos abrigábamos y subíamos al carro. Yo con la cabeza pegada al vidrio tratando de abrir mis ojos, mientras mi hermano saltaba en el asiento de atrás.  Después de un largo viaje llegamos a la feria de animales del Quinche, íbamos  a comprar nuestro primer caballo. 

Mientras mi papá elegía el mejor ejemplar para el presupuesto que tenía, yo paseaba entre cientos de vacunos, porcinos, y equinos todos los animales tenían cara de no saber que estaba pasando, sus dueños gritaban como locos tratando de subir a los animales a golpes en los camiones que los llevarían ya sea al camal o con nuevos dueños.

De regreso al presente escucho el grito del controlador del bus tratando de acomodar a la muchedumbre en la parte de atrás, mientras el chofer, para variar, cumple el papel de hacer imposible mantenerse de pie sin sujetarse fuertemente de un tubo, una señora mayor con yeso en el brazo pasa inadvertida entre tal multitud, nadie le cede su asiento.

Pensé en decirle a un policía que venía en el bus que hiciera algo, pero al ver su expresión, la misma que teníamos todos los pasajeros, me di cuenta que él también era parte del ganado que transportaban.


Una hIstoria de Carlos Pozo

impulsado por el viento

Él espera en la estación del bus, no subirá en cualquiera, está seguro que la única razón que recompensará tanta espera es ver la ciudad desde el segundo piso. Hay pocos buses como estos y se siente afortunado de subir junto a sus hermanos las gradas de caracol y sentarse junto a la venta. Imagino su sonrisa al apoyar su frente al vidrio y mirar todo desde arriba, no deja de sonreír le produce gracia no mirar al conductor, es como si el bus se moviera impulsado por el viento...

Gracias a la bocina de un conductor

Sólo recuerdo el estruendo de la bocina de ese bus. Me detuve y mire sin reacción al conductor. El semáforo estaba en rojo, ¿Por qué pitó? ¿Por qué quería intentar pasar antes que yo? El semáforo estaba de mi lado pero aún así mis pies se detuvieron en medio de la calle al igual que mis pensamientos ¿Por qué direccionó el sonido de su bocina a mis tímpanos? ¿Por qué provoco un pequeño sacudón en mi cabeza? ¿Por qué si el semáforo estaba en rojo?

Me detuve y mire las rayas blancas debajo de mis pies, el semáforo en rojo en la esquina de la Reina Victoria y la 12 de Octubre, un Vingala reclama paso y mi cabeza en silencio. Gracias a la bocina de un conductor desesperado deje de pensar.