La envidia de verte dormir

Trabaje por ocho horas, al igual que el señor de mi lado y de las dos jóvenes cajeras que luchan por sostenerse de espaldar de las bancas ocupadas, mientras tú duermes, duermes placidamente, arrimas tu cabeza al frío e incomodo tubo del espaldar y duermes.

 Perdón, ni yo ni el resto de pasajeros parados queremos interrumpir tu sueño, tampoco deseamos pasar por irrespetuosos pero es imposible no mirarte dormir con tanta placidez a pesar del inesperado frenazo, el llanto de la niña y la música que sale de los audífonos de tu compañero de asiento.

Dormir en el bus es un placer, uno sabe el momento oportuno en que debe abrir los ojos y sin penumbras en el camino llega a su parada.

Puertas asesinas

Fotografía: Carlos Pozo
Un fuerte dolor me hizo percatar de la mala ubicación de mi pie derecho, mi reacción fue tonta y acelerada al intentar retirarlo al lado contrario que la puerta ejercía presión para cerrarse, el miedo me enmudeció cuando uno de mis dedos, o tal vez varios se quedaron atrapados, “me va a amputar un dedo” pensé. Pero no sucedió, pude salir ilesa de ese ataque provocado por mi despiste y el magnífico diseñador automotriz que diseñó estas horribles puestas del Trole.

Cuando cojeando me arrime a uno de los tubos una señora que había presenciado lo sucedido me cedió su puesto “tranquila mijita, siéntese, así mismo son estás puertas asesinas”.

¿Cuántos pasajeros serían víctimas de estas puertas?

- Mi hermana casi pierde una maqueta de 100 dólares que le costo un mes elaborar.

- Una abuela fue separada de su nieta de seis años quien tuvo que enfrentar sola al mar de gente dentro de este transporte público.

- Fernando perdió su tenis marca venus.

- Gloría tiene fobia a estas puertas ya que son las causantes de un brazo morado y de un terrible momento atrapada mientras recorría de una parada a otra (tranquilos ella estaba dentro colectivo)

- Quien no estaba dentro fue Javier quien perdió su chaqueta verde, tuvo tiempo de despedirse de ella porque la miró irse mientras volaba gracias al viento.

Mi primer viaje en Trole

Las cincuenta personas apretujadas afuera de la puerta del Trole circuito dos me devolvió a la realidad: dejaré de usar el Ecovia y ahora mi nueva forma de transporte después de dejar la bicicleta en el estacionamiento será el Trole.


Gracias a un caballero de terno pude sentarme minutos después de subir, le agradecí en ese momento y le agradecí en silencio mientras en la parada Mariana de Jesús el espacio entre cuerpos desaparecía al ingreso de nuevos pasajeros.

En mi primer día del año usando este servicio las novedades fueron un ciego y un cantante, desde mi asiento compadecía a estos dos personajes mientras cruzaban los corredores, corredores estrechos y llenos de gente a las 8y30 de la mañana.

Estación la Y hasta parada Chimbacalle mi nuevo recorrido encima de un transporte público.