Los amantes del asiento de adelante

Quisiera escribir un cuento sobre aquellos que tomados de las manos subieron al bus, a pesar de que el pasillo les impedía caminar juntos sus manos no se soltaban, ellos que con una mano subían la maleta y con la otra tomaban la mano de la persona amada, ellos que durante dos horas y treinta minutos o tal vez más compartieron una funda de papas, recostaron su cabeza en el hombro del otro, se besaron ante los ojos de otros pasajeros, pagaron sus pasajes y nunca permitieron que sus manos se separen.

Mientras escribo escucho una voz familiar que me dice “qué estás escribiendo, ¿oda a las manos acalambradas?”.

Pero no, en realidad quiero escribir sobre esos amantes que no tenían veinte años, esos amantes que se despidieron durante dos horas y más y que se bajaron del bus con lágrimas en los ojos.

Eran las tres de la tarde y el panorama de viajar en el bus era el mismo hasta que dos enamorados de edad adulta decidieron sentarse en el asiento de adelante, lo primero que me llamó la atención fue que el adulto enamorado se cubrió la cara con su chompa color café, y ahí estaban los dos amantes besándose bajo una chompa. El resto del viaje la escena se repitió varias veces y se repetía seguida de la frase: “tranquila después de un año máximo te mando los papeles”.

Los amantes de las manos acalambradas, como los apodo mi hermano, llegaban al final de su despedida, mientras se levantaban ella le dijo “después de dejarte en el aeropuerto me regreso a Ambato, no quiero quedarme aquí”, el enamorado se puso su chompa café y le acarició el rostro, después tomados de las manos bajaron del bus resignados a no poder alargar más la despedida.

2 comentarios:

Vero Naranjo dijo...

Hola Gaby, pleno tu blog!! Siempre me ha gustado leer historias de imaginarios urbanos, hay tanto para contar de la cotidianidad. A veces no lo observamos, pese a que lo vivimos a diario. La idea de buscar historias en el transporte público es genial. Ahí se encuentran personajes tan cotidianos pero tan ricos a la vez. Cómo no hablar del que se duerme en el asiento de a lado. Ó el que se la pasa escuchando su ipod o celular con el volumen al máximo… ó el que empieza a conversar contigo de su mal día que tuvo… (este me encanta personalmente, pues pasa el tiempo más rápido hasta llegar a tu destino final). Personalmente me gusta viajar en autobús. Pues como decían mis maestros (literalmente hablando) de la U Central, Nelson Reascos y Pancho Peralta: “las verdaderas historias están en el bus, la gente se muestra tal y como es…”

Suerte con tus historias…

Carlos dijo...

icreible la historia me gustó mucho