El Autobús como método de relajación

Preparo las monedas y subo al "bus", si he tenido suerte me sentaré en el espacio de mi gusto: A la par de la ventana, de segunda, al lado derecho del autobús.
Coloco mi bolso sobre mis piernas y me aferro a él como quien lleva la fórmula secreta que revolucionará al mundo.
Observo por la ventana las casas y las calles por donde paso y procuro que mi mente levite a escasa distancia de mi cuerpo para no detectar los aromas, el roce del cuerpo de la persona a mi lado...
En ocasiones aprovecho para rezar una que otra súplica o plegaria. Leer un libro, estudiar para la Universidad.
Si me toca ir de pie, es por completo una practica de yoga en donde procuro mantener por el mayor tiempo posible la posición del "mono agarrado", la fuerza de mis brazos se pone a prueba y mi equilibrio llega a su máxima o mínima expresión.
Pero nada se compara a la hora de tener que abandonar el bus: Todo un arte poder pasar en medio de las dos filas de gente de pie.
Al colocar los pies en tierra, regreso al mundo real y camino a casa.
Una historia de Marcela Araya.

0 comentarios: