Mi papá nos levantó a las 4 de la mañana, entre sueños nos abrigábamos y subíamos al carro. Yo con la cabeza pegada al vidrio tratando de abrir mis ojos, mientras mi hermano saltaba en el asiento de atrás. Después de un largo viaje llegamos a la feria de animales del Quinche, íbamos a comprar nuestro primer caballo.
Mientras mi papá elegía el mejor ejemplar para el presupuesto que tenía, yo paseaba entre cientos de vacunos, porcinos, y equinos todos los animales tenían cara de no saber que estaba pasando, sus dueños gritaban como locos tratando de subir a los animales a golpes en los camiones que los llevarían ya sea al camal o con nuevos dueños.
De regreso al presente escucho el grito del controlador del bus tratando de acomodar a la muchedumbre en la parte de atrás, mientras el chofer, para variar, cumple el papel de hacer imposible mantenerse de pie sin sujetarse fuertemente de un tubo, una señora mayor con yeso en el brazo pasa inadvertida entre tal multitud, nadie le cede su asiento.
Pensé en decirle a un policía que venía en el bus que hiciera algo, pero al ver su expresión, la misma que teníamos todos los pasajeros, me di cuenta que él también era parte del ganado que transportaban.
Una hIstoria de Carlos Pozo
Una hIstoria de Carlos Pozo
1 comentarios:
Pero por eso mismo somos ganado en los buses, porque nadie dice y hace nada. Si hay que ceder o hacer que cedan el puesto algunitos, pues a gritarlo.
O como ganado mismo, a empujones abrimos paso jaja
ar
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